"CÓMO PESCAR ALMAS CON LA MÚSICA"

jueves, 6 de diciembre de 2007 |


Hoy, Jesús nos llama como a Pedro a ser pescadores de almas. “ No temas de ahora en
adelante serás pescador de hombres” (San Lucas 5, 10). Muchos músicos de Dios no
conocemos el arte de pescar, especialmente los que vivimos en el interior alejados de la zona costera.
Hay variadas técnicas de pesca y la aplicación de cada una de ellas depende de las
almas que queremos pescar. Se pesca con redes, cañas u otros instrumentos. Las redes
permiten una pesca de almas masiva y requiere el trabajo de 2 o más personas en su
realización. La pesca con caña es individual, pero también es útil y se puede aplicar a una pesca personalizada. Por eso creo que todas las formas de pescar tienen validez ante los ojos de Dios. A continuación, algunos elementos que se deben tener en cuenta para la pesca de almas.

1. Voluntad de Pescar: estar convencidos plenamente por vocación y decisión de
cumplir el mandato de Cristo de pescar almas para Él. Como fieles cristianos
“incorporados a Cristo por el bautismo” vivimos un llamado común para servir a Cristo
desde la música. No obstante, el mandato y la misión musical no es algo que se da solo por nuestra voluntad, porque lo queramos hacer, sino por la voluntad de Dios. Cantarle a Dios no es un simple oficio de palabra como muchos artistas lo toman; es cantar la vida misma con nuestros actos y obras, con amor a Dios y a nuestros hermanos.
El ministerio musical es una respuesta consciente al llamado de Dios, y es “enteramente dependiente de Cristo que da misión y autoridad”. Solo así podemos exclamar al igual que Pablo en Rom 1.1: “Pablo, siervo de Cristo Jesús y apóstol por un llamado de Dios,escogido para proclamar el evangelio de Dios”.

Muchos artistas dicen yo quiero ser misionero, pero no son escogidos por Dios. Pescar
almas con la música como instrumento de evangelización, es un milagro que se da por la acción del Espíritu Santo en los hombres en determinado tiempo y lugar. Es en ese
momento cuando la palabra cantada se vuelve un acto que nutre tanto, o más que la
palabra escrita. San Pablo decía: “ La fe nace de una predicación, y lo que se proclama es la palabra de Dios (Rom. 10,17). Solo así se comprende el milagro de la palabra que sana, abre los ojos, limpia los oídos, desata la lengua y anima las manos.”

Por otra parte, no se debe confundir la autoridad que da Cristo a sus siervos musicales con el posicionamiento, el status, o la popularidad que dan los hombres en la tierra. En otras palabras, quiero decir que no somos misioneros por méritos propios, porque cantamos o interpretamos un instrumento, sino porque Dios nos eligió y porque El mismo nos envía por el mundo a proclamar su palabra.

2. Dónde Pescar: Jesús nos dice que llevemos la barca a “ la parte más honda” y ese
lugar es el mar abierto del mundo. El mundo que vivimos desde nuestra cotidianidad en
el trabajo, la familia, los amigos, la escuela, la calle, los transportes, los medios de comunicación que llegan a miles y millones de personas, entre otros.
Para llegar a la parte más honda, se pasan por caminos peligrosos, donde cada
movimiento o maniobra es un riesgo que nos puede hacer naufragar, donde nuestra barca
se puede hacer astillas si choca con los bordes filosos del individualismo, la soberbia, el orgullo, el poder, el dinero y la fama. Para conjurar cualquier mal durante el recorrido, es necesario avanzar a ejemplo de Jesús Cristo, imitando “la pobreza, la obediencia, el servicio y la inmolación de sí mismo hasta la muerte, de la que surgió victorioso por su resurrección” Catecismo de la Iglesia Católica pag. 230 , 852

Nuestro trabajo comienza por el anuncio cantado del Evangelio al mundo. Cantando para
aquellos que no han oído la Palabra de Dios, enseñando a aquellos que no conocen su
palabra, predicando si el Señor nos manda en medio de otras gentes, razas, culturas y
religiones...
Ser evangelizador musical es un trabajo arduo que se dirige a los cristianos de todas las denominaciones y a los no cristianos, pues la música sigue siendo el idioma universal y uno de los puntos de encuentro donde nos podemos comunicar en un clima de respeto.
Durante la pesca se pasan horas y horas... remando bajo el sol ardiente!!, adaptando la navegación a las nuevas trayectorias de los vientos, para que finalmente se encuentre un camino despejado y el banco de los peces. Así mismo, los evangelizadores musicales pasan los días orando, cantando y predicando de acuerdo con las culturas donde se mueven, para que el mensaje musical transforme por la acción de Dios, los corazones de los hombres.

3. Preparación del equipo de pesca musical: Primero se elabora el tejido y la
preparación de redes: Tejer las redes con buena calidad de hilos espirituales y
humanos que al entrelazarlos se conviertan en nudos firmes. Cada uno de nosotros
“funciona como nudos”- Red Magnificat-, fuertes en la fe, perseverantes, pacientes y
resistentes a los jalones y a la cantidad de peces que quieren salirse. Además, cada
nudo se une y camina en un mismo espíritu con otros nudos, para evitar que se rompa la red. En este sentido, es importante saber con quién trabajo, conformar un equipo musical que viva en plena comunión con Dios, para que pueda afrontar todas las tempestades que se aproximan – cansancios, desánimos, tentaciones- porque con un mínimo error que se pase, se puede dañar todo el tiempo de trabajo y esfuerzo. En la preparación de redes debemos tener en cuenta la oración, la buena formación doctrinal y la formación musical de cada miembro o nudo, y de toda la red o comunidad.

En la pesca con caña hay que echar el anzuelo con una carnada para atraer a los peces. La caña sigue siendo la buena formación doctrinal y musical, flexible a los cambios y a las fuerzas que la tensionan para que no se quiebre. El anzuelo apropiado es el ejemplo, una vida limpia, transparente y la misma autoridad que da Cristo. Y la carnada atractiva es la música en sus variadas formas y presentaciones. Carnada que se debe adobar con la simpatía, la amabilidad, la comprensión y el liderazgo.
Los músicos de Dios son mensajeros por el “Amor de Cristo” (2 Cor. 5, 14). Dios quiere que todos se salven por “el conocimiento de la verdad” y la búsqueda de la verdad se hace imposible sino está iluminada por el Espíritu Santo que es el que conduce cualquier misión. Dejemos que en nuestra misión musical sea el viento del Espíritu Santo quien dirija las velas del barco y su fuego el que derrita el hielo de los corazones que nos encontramos en el camino.

4. Viajar con el maestro: El misionero musical se debe alimentar de una vida
sacramental que lo ayude a permanecer fiel en Cristo, para que Cristo permanezca en él.
El alma se forma en el trabajo, en las virtudes y en la verdad de Dios.
Siempre debemos buscar en la oración la compañía del gran Pescador. El nos indicará
dónde y cómo echar las redes o el anzuelo, como hizo con los apóstoles en la pesca
milagrosa. Cuando Dios está con nosotros el viento de su espíritu nos lleva “a la parte más honda” donde están las almas.
Hermanos vivamos entregados de corazón a los cantos, a la oración, a alabar a Dios, a
conocer más de su palabra, a trabajar arduamente con la música para atraer cada vez
más fieles a las aguas caudalosas de la vida. Realmente, los que practican la música de Dios responden a una manera de llamado, que muchos alcanzan a comprender abriendo
las puertas de su alma. Otros por el contrario, siguen cantando o interpretando sus
instrumentos, sin encontrar el verdadero sentido de lo que cantan o predican en sus vidas.
Por lo anterior, recordemos que el Espíritu de Dios sopla donde quiere y no donde el
hombre quiere.